La bitacora

La bitacora es el registro de un viaje,la narración de los hechos reales acontecidos. Es la descripción de cada momento fantástico y común de este gran viaje que no sabemos cuando termina...

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miércoles, julio 01, 2009

Ojos Negros.

Ojos negros que mi rendición causaron
Me postro ante ustedes
Por mas que la incertidumbre envuelva mi futuro

Ojos negros provocadores de mi amor
Que aquella tarde llenaron mi corazón
De aquel sentimiento olvidado

Hoy tan lejos de aquel momento
En que se cruzaron con los míos
Y en mi alma, tallados quedaron

Solo les pido, me dejen seguir tranquilo
Por este camino de penurias
Que ustedes un día causaron.

Amor Eterno

El polvo del olvido ha sido sacudido
Desde dentro de mi ser apareces
Clara, pura, inquebrantable
Te he vuelto ha ver
Reflejada en mi corazón

Como enviado vengador del destino
En busca de aquel amor enterrado
Utilizando como arma los recuerdos
Me atormentas el alma
Desgarrándola una y mil veces

¡Basta ya! Clama mi ser
Mas el olvido es solo polvo
Que con un soplido de los recuerdos
Impulsados por la melancolía
Desaparecen dejando al descubierto la herida

Aquella herida que más nunca cerrara
Ya que esto una gran rueda es
Impulsada por el destino
Teniendo como fin la eternidad
Y como principio, este amor

Más dentro de esta rueda
Cuyo fin nunca conoceré
Lo único que deseo es volverte a ver
Por mas de que el precio sea
Volver a renacer…

Amor

En tu búsqueda mil y una vez fui,
más nunca comprendí,
que no eras para mí.

Por poblados lejanos me llevaste,
buscando algo que nunca conocí,
sino que solo espinas recogí.

Mas mi corazón lozano,
ansioso de tu favor ,
nunca desconfió de ti,

Hasta que un día contigo tropecé,
y allí postrado quedé,
ya que no eras para mí.

lunes, junio 29, 2009

Auto-Confesiones.(cuento)

¡Quién fue testigo! ¡Quién ha presenciado esta muerte-vida, esta bestial comunión demoníaca! Acaso has sido tú, sí, tú material carnalidad, vestigio inquebrantable de celeste paz, maldito disfraz de santo mundano. Acaso no ves que has caído bajo la terrible abominación terrestre creada por Belcebú, acaso no ves que has sucumbido ante aquella figura que ha entregado la manzana a la incauta creación divina. O será acaso que has estado en total inconciencia arropado por Morfeo, quien te ha llevado a un festín del Hades.
¡No!. Maldito calumniador, eso fue real, ¡yo lo he vivido!, yo he sido testigo de aquel acto puro de conciente animalidad, de brutal desenfreno. ¡Yo lo he llevado acabo! ¿Quién no hubiera aceptado aquel duelo? ¡Nadie!. Nadie se hubiera animado a aceptarlo. Mas yo lo hice, yo luche, yo pelee, yo me entregue. Tú harías lo mismo, si tan solo hubieses visto esos ojos, esa boca, esa visión traída del paraíso. Esa mezcla imposible entre cielo e infierno, reflejados en esa mirada angelical y tan sublimemente oculta tras esa sonrisa infernal. Yo estuve en el hades, o tal vez haya sido el cielo, realmente no lo sé. Mas nunca antes he vivido una mezcla tan nítida del cielo-infierno, donde la concupiscencia se hizo ser y la divinidad afloro atada a ella. Nos fusionamos, nos rechazamos, nos absorbimos, nos desintegramos. No me toco, no me beso, tampoco yo lo hice, ya que estas son denominaciones terrestres, materiales. No alcanzan para la descripción. Porque con un beso tal vez se llegue al alma, pero no se puede absorberla. Con una caricia tal vez estremezcas al alma, pero jamás lograras matarla y revivirla a cada milímetro de piel sobre la que se desliza la suave mano que arde. Tal vez puedas lograr la comunión de dos cuerpos a través de la unión física. Pero como llamas a la unión de dos presencias concupiscibles, de dos sustancias puras. Cómo llamas a la unión del cielo y el infierno. Ahora entiendes por qué callo. Ahora entiendes porque no encuentro palabras para describir tal gozo, tal sentimiento, tal pecado, tal redención. Tal vez sea una abominación, un desafió a la humanidad perenne y a la santidad hipócrita. O quien sabe, la más sublime manifestación de lo divino.
Por eso calla calumniador, por eso aleja todo juicio. No encontraras aliento suficiente para blasfemar eternamente, así como tampoco encontraras argumento para sostener la divinidad de esto. Porque es sencillo, proviene de la boca divina, pero esta impregnado de un hálito infernal. Ya no me juzgues por haber aceptado nuevamente aquella manzana. Ya que no fue obra de nadie sino mía. Nadie ha sido testigo porque no fue algo material ni corpóreo, no ocurrió en esta dimensión ni en este tiempo, sino que tuvo su propio tiempo en el destiempo, y su propio espacio en el vacío.
Calla porque yo he perdido, yo he muerto y he entregado las armas. He entregado las armas a quien ya ha muerto mucho antes que yo. Porque he dejado exhausta a una puta, a una puta quien volvió a sentir, volvió a vivir y así como yo…volvió a morir.
Ya se ha quedado sin palabras mi triste voz, ya se ha apagado mi alma. Pero aún permanece inmóvil mi concupiscencia. Ya nadie grita, ya nadie gime, ya nadie goza. Ha terminado la batalla, la batalla ciclónica. Tal vez yo haya sido Goliat, o tal vez fui la roca de David. Pero no queda duda de que la honda fue el deseo y la fuerza la concupiscencia. El resto solo se reduce a puntos de vista, a parciales juicios, a humanos jueces. El veredicto ya fue dicho con mucha antelación, mucho antes de la causa, porque la manzana ya existió antes que Eva, y antes que la serpiente.
Déjame seguir ahora, disfrazado de Santo y a ella, a la sublime Kamala, quién con esa mezcla de sudor y sangre, me mostró el recorrido de Dante sobre su piel canela. La culpa déjamela a mí. Libérala a ella. Que tal vez algún día, a las orillas de un río me devuelva los recuerdos grabados en nuestras almas. Déjanos arropar esta ilusión, esta sublime expresión de nuestro humano ser. Que tal vez el tiempo se encargue de la redención por tan grande desafió a la razón. Guarda ahora tu conciencia puritana y tu estúpida concepción sacra del amor. Porque el amor no se encierra en dogmas, sino que es pura expresión. No se encierra en prisiones de cristal, ni mucho menos entre diamantes mortales. El amor no muere, sino que se sublima. Es por eso infinito. Es por eso libre. Tal vez se esconda tras la concupiscencia una búsqueda inconciente, así como tal vez se esconda el verdadero amor tras el deseo para evitar sufrir. Pero es imposible, calumniador barato, que existan testigos. El amor es invisible, es imperceptible. No es de esta dimensión, tal vez te robe un estremecimiento, una lagrima, hasta un grito, pero siempre permanece oculto, misterioso. Porque no puede ser juzgado, seria un pecado ominoso hacerlo, sería atentar contra la quintaesencia. Seria ir en contra de nuestra propia humanidad.
Deja ya de gritar injurias calumniador inconciente. Busca primero en tu propio ser, o mejor dicho, encuéntralo primero en tu existencia mediocre. Que es más sabio el que calla con razón, que el que grita con coraje. Tú no eres más que la simple manifestación de un tiempo, de la hipocresía, de la avaricia. Por eso calla calumniador, porque esto es un grito de franqueza, esto es una entrega sin condiciones. Aquí no hay juicios, no hay tal vez. Aquí solo hay “lo haré”, así como “te doy”. No existen los “si” condicionantes. No existe tu conciencia hipócrita. Por eso déjanos partir a ambos en libertad, déjanos desparramar esto por el mundo. Déjame creer, déjame ser. Yo no opongo resistencia, solo quiero correr igual que el agua que siempre corre sin importar la superficie. Porque tal vez a veces deba llenarse de arena, otras de barro, pero siempre corre, corre porque es agua, y esta es su función.
Déjame calumniador, poder vivir este ahora de la juventud, este ahora sin condiciones del alma joven. Este “sí” sin remordimientos del que vive segundo a segundo. Esta afirmación constante del que “VIVE”. Del que vive sin tiempo, sin espacio. Del que lucha sin cuartel, del que pone el alma, del que tiene corazón. Ya estará en manos del universo juzgar estos actos, porque la Providencia ya ha hablado mucho antes. No somos las piezas del tablero, ni las jugadas resultantes del destino. Sino que somos los que decidimos cada movimiento, razón por la cual las jugadas no son más que el resultado, tal vez de muchas vidas antes, de decisiones del jugador. La Providencia solo nos pone el tablero y las piezas. El resto es obra nuestra.
Tal vez haces bien en gritar calumniador, tal vez haces bien en juzgar. Pero recuerda que son jugadas tuyas. Recuerda que no habrá Providencia que cambie tus jugadas. Ante todo recuerda que la Providencia es justa. Nosotros solo somos jugadores, y peor aún, solo vemos la parte del tablero en la que nos toco estar. No quieras extra limitarte, acepta tu lugar, y déjame usar mi libertad. Déjame hacer mis jugadas, aunque tan solo sean intentos, o peor aún, sean evidentes fracasos. Pero recuerda que tal vez solo te este distrayendo. Tal vez solo sea una táctica mía y este a punto de cortar la cabeza a tu Rey. No subestimes al adversario, ya que somos parte de la misma estructura, del mismo ente, de la misma sustancia.
¡Quién te crees tú! Es cierto lo que dices al denominarte como ser infernal. Tus actos no son más que el producto de una rebeldía, ante todo contra ti, que te carcome por dentro. Hablas de amor, hablas de lo sublime, de la Providencia. Y nada de eso esta dentro de ti. No eres más que el producto de una herejía pagana. Tus actos no responden más que a tu ser concupiscible. Trastocas los términos, ¡ignorante! Pobre producto de la mediocridad. En este mundo hay una estructura, en este mundo los papeles ya están dados. La libertad de la que hablas no es más que el producto de un romanticismo barato. Lastimosamente en aquella época ya había mermado la fuerza de la Santa Inquisición o el maldito de Goethe hubiera muerto en la hoguera. Cómo te atreves a juzgar a la Providencia. No eres más que un engendro del demonio. Si estas aquí no es más que para probar la santidad de los que sumisamente vamos caminando bajo el yugo del destino hacia nuestro creador. Maldito hipócrita, cuantas veces has comido de nuestro mismo plato. Realmente es grande la misericordia de Dios para tener que permitir tan gran muestra de desalmada herejía. Pido a Dios por tu alma, por más de que debiera estar odiándote con toda el alma, maldito impío. ¡Va de retro Satanás!
¡Oh! calumniador, tal vez deba guardar silencio y recibir tu ofensa con la esperanza de sublimar así mi espíritu y avanzar un poco más hacia la esencia verdadera. Pero, en nombre de las generaciones venideras, no puedo dejar que sigas contaminando el alma humana. Así como dices yo soy solo un pecador más, es cierto, no lo discuto. Vida tras vida he venido existiendo con desaciertos, pero así como suena, desaciertos. Porque los desaciertos solo ocurren cuando se busca el acierto. Solo de esa manera puede surgir la humildad suficiente para la titánica tarea de encontrar el acierto. Y a causa, justamente, de mi ignorancia he necesitado transitar por el resultado de dichos desaciertos que no son más que demostraciones de mi humana existencia. Es verdad lo que dices, soy un ser infernal, y me enorgullezco de eso, ya que aspiro con todas mis fuerzas ascender y mi existencia no es mas que la comprobación de dicha aspiración. Pero no hablo de ascender hacia el orgullo de tu posición, hacia lo oprobioso de tu ser totalmente alienado y por sobre todo arrogante, sino que ascender hacia el desapego verdadero, hacia llegar a no tener mas que mi existencia y por eso mismo dejar de existir. Me criticas mis apreciaciones, más no son mas que eso, apreciaciones. Mientras que tu vuelves en dogmas tus creencias totalmente egoístas. Acaso no es eso una herejía. Es más, ¿qué es una herejía? Es imposible que el hombre sea un hereje. Porque no existen limitaciones, gozamos del libre albedrío. Lo que existen son aciertos y desaciertos. Es una búsqueda continua. Sí, existe una verdad, existe un ser que no es ser, que conduce, mejor dicho, que alienta nuestras fuerzas hacia el equilibrio. Pero no es un dogma, no es una imposición, no es un inquisidor. Razón por la cuál, tampoco existen herejes, porque no existe tu fe, ni mi fe. Sino que existe “la” fe. Que es totalmente diferente. Porque nace libre y se hace libre. Y no obliga, sino que conmueve y mueve por resonancia, no por la fuerza. Y es por eso que ahora callo calumniador, porque las creencias no se discuten sino que se aceptan y por sobre todo se respetan. Te dejo a ti con la última palabra, ya que no necesito justificación para mis actos, ya que ellos son en el mismísimo momento en que ocurren, no necesitan más, solo dejarlos ser. Quédate tú con el oprobioso cargo de juez, si es que así lo deseas. En cuanto a mí, ya he sido, razón por la cual solo puedo aprender de mis actos. Buenas noches calumniador, ha sido un día agitado, ya has tenido tus cinco minutos de análisis, o mejor dicho de reminiscencia, porque lo que ahora sabes, lo sabes por lo que has visto desde haya arriba, mañana caerás nuevamente del carro, a ver que tal te va esta vez. Que descanses calumniador. Ya es hora de dormir, porque mañana debo madrugar.


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