La bitacora

La bitacora es el registro de un viaje,la narración de los hechos reales acontecidos. Es la descripción de cada momento fantástico y común de este gran viaje que no sabemos cuando termina...

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sábado, noviembre 14, 2009

Nuevamente tú.

Y vuelves a atacar serena, triste y segura del tiempo y del espacio que no son impedimentos para ti. Trato de huir, de escabullirme por los laberintos, hasta aquel que pertenece a nuestro Señor: el desierto. Pero estás en los granos de arena, en el viento, en la lluvia, en la respiración de la ciudad que duerme, en sus rincones, en el resplandor de la vela que alumbra estas hojas, te cuelas entre mis dedos y desciendes lentamente por la pluma hasta encontrarme en mis palabras. No hay tregua en esta persecución, siempre tú el gato y yo el ratón temeroso. Estoy cansado. No siento los pasos, ni el tiempo, ni mi respiración. Estoy exhausto. Cuando terminará esto, ¡oh, tan amada y despreciada! La perenne: soledad.

viernes, noviembre 13, 2009

pausa
No hay más que llorar por esta triste soledad que va hilando sueños derruidos en su haber sin
saber que ya no se puede volver por el mismo camino del ayer que prefirió truncarse a
bifurcarse Hoy estoy aquí en un bar soñando nuevamente con el ayer del futuro y el presente del
mañana que no llega Y yo que te necesito siempre aquí en el recuerdo vivo de este olvido que es
extraño junto a esta ciudad vacía que sigue su rumbo triste escondiendose en los rincones
apretujados y las callejuelas vacías de medio día de enero Quema todo quema más con este sol
No puedo más no sales de mi mente que empieza a desvariar pensando en el ayer o tal vez
soñando con el mañana que no llega y vuela y vive y muere y renace y es eterno Ya no doy más
voy a dormir con este insomnio en esta ciudad que siempre duerme
Y TE OLVIDO

Aquí, entre dos.

Ayer, en la pasividad de un silencio provocado adrede para soslayar al olvido, nos comunicamos a través de nuestra piel, a través de los sentidos. Hundida tu mirada en mis tristes ojos y mi dura mano a través de tu piel. El tiempo era tan instantáneamente eterno y tan sublimemente fugaz que el recuerdo paseaba por él, recordando al olvido. Que intentaba morir en un beso y hacer inolvidable este encuentro. Pero la noche caía, despertando al día que gemía a través de tu boca dormida y mi alma herida.
Nos fue imposible retener ese silencio, ese vacío en el tiempo. Aquel pacto entre ambos que permitía una mentira, intentando negar una verdad: la soledad.


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