En una extraña sobriedad medianochera,
con olor a tarde de domingo
y sabor a viernes de locura
y muerte extraña en la ciudad
y grito silente de metro
Aire pesado, pestilente fresquete
lluvia que espera en el umbral,
en compañía de humedad somnifera,
locuras durante el cenit nocturno,
momento de ruidosa pasividad.
Canta el dios cangrejo a sus súbditos,
todos aquellos que van hacia atrás
en busca del futuro al revés,
el pasado correcto
y el presente incierto.
Pasa la noche, en un solo momento,
aquel único momento de quietud,
de silencio, donde todo queda,
aquel que luego va dividiéndose
en miles de momentos hasta que amanece.
Y callo.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home